Tuesday, December 30, 2008

¿NEGOCIACIONES POLITICAS: CUANTO HAY PA´ESO?

Un día recibo una llamada de quien para el momento era el alcalde encargado de Urbaneja, pues actuando de manera correcta, Gustavo Marcano se había dedicado exclusivamente a su campaña.
Este joven profesional del Derecho, Andrés Ramírez, me invitaba a reunirme con él pues de nosotros, según él, dependía el futuro democrático en esta región del país. Lucía genuino en sus convicciones, en sus planteamientos.
Finalmente logramos reunirnos el día posterior al cumpleaños de su niña. Fue en mi casa. Me solicitó que intercediera para el retiro de Rausseo como candidato.
Recuerdo que le pedí me dijera explícitamente qué parte de la conversación debía ser confidencial. Lo que no calificaba como tal, lo expreso en estas líneas. Le hice saber que en el comando de campaña de Rausseo había caído muy mal el ofrecimiento económico formulado por alguien. Omití ex profeso el nombre del mensajero. Pensó su respuesta y me afirmó que eso debió ser una jugada individual, inconsulta, pues el único autorizado para hablar en nombre de Gustavo era él, Andrés Ramírez. Qué bueno, me dije a mí mismo.
Un cuarto de hora después, con la naturalidad de un comentario cualquiera, dijo “estamos dispuestos a asumir todos los gastos de la campaña y le ofrecemos el primer puesto en la lista como candidato en las futuras elecciones para la Asamblea Nacional”. Este planteamiento lo volvería a recibir, en dos oportunidades de parte de Julio Borges a través de un amigo en común, alto ejecutivo de una organización nacional de radio.
¡Se tocaban los extremos! Coincidían las propuestas y es que el fin justificaba llegar a estos extremos. Estaba mucho en juego: el poder, digo, la democracia de nuestra amada nación.
Siendo respetuoso de la palabra comprometida, acudí a mi asesorado candidato y le comuniqué la propuesta hecha por Andrés Ramírez.
Benjamín Rausseo acostumbra escuchar con atención a cualquier planteamiento. Es una de las pocas personas que conozco que “no mata al mensajero”. En esta ocasión, su rostro perdió cualquier huella de escucha activa, de cualquier gesto de sorpresa que pudiera estar surgiendo. Todo le dio paso a una exclamación de “¿hasta cuándo creen que uno se vende? ¿Quiénes se han creído?
El silencio invadió la sala donde estábamos reunidos los asesores con el candidato. Era una evidente muestra de dignidad que pretendía ser mancillada en nombre de la “democracia”. Sentí vergüenza ajena por un instante. Procedimos a preparar la respuesta, abierta, que toda la comunidad supiera en qué consistía la tan anhelada “candidatura unitaria”.
Como las “negociaciones políticas” estaban en su pleno apogeo, y la campaña de desinformación arreciaba, decidimos ofrecer una rueda de prensa el 24 de octubre con tres mensajes claros:
1. El candidato continuará hasta el final dado que no hay condiciones éticas para analizar ningún posible acuerdo unitario.
2. Rechazar las ofertas a nuestra consideración inmorales que se habían recibido desde el comando de Gustavo Marcano.
3. Ratificar que Benjamín Rausseo representaba una opción igualmente válida como pudiera ser cualquier otra.
Curiosamente, el “aliado” MAS no se presentó a la rueda de prensa, sino antes bien, convocó una para llamar a conciliar posiciones para tener un único candidato. Sus representantes Richard Casanova y Lorenzo Rondón, conocían de las motivaciones por las cuales se había fijado posición pública de mantener la candidatura de Rausseo. Coincidían en estos planteamientos. De nada valían los golpes de pecho sobre principios “irrenunciables” del MAS que le impedirían estar al lado de tal candidatura y de lo que según ellos, representaba: Nepotismo, corrupción, la vieja política. Estas aseveraciones fueron realizadas una y otra vez por el secretario regional del MAS en reuniones de comando.
¿Qué pasó entonces? Solo ellos lo saben. Lo cierto del caso es que se repetía el comportamiento del MAS durante las últimas dos elecciones regionales. En aquellas, a última hora, le habían retirado su respaldo (incluida la tarjeta) a los entonces candidatos Andrés Velásquez y David de Lima, a favor de Alexis Rosas y Antonio Barreto Sira respectivamente.
Duraron poco los argumentos del MAS expresados en este aviso público. Al poco tiempo, cambiaron de opinión.Esta vez, no podrían completar su jugada política. Existía una norma clarísima del árbitro, el CNE, que asignaba la tarjeta al candidato. Es decir, era potestad exclusiva del candidato devolver o no la tarjeta, ésta le pertenecía.
El propósito del legislador era evitar que la intención del elector no fuera respetada. Si alguien, guiándose por la imagen de un candidato, creía estar votando por éste, estaría votando por otro candidato distinto en caso que la tarjeta fuera del partido.
En Anzoátegui, un candidato le había puesto freno al abuso de unos representantes de un partido político y continuaba su rebeldía en contra de los cogollos partidistas.
Dato curioso, el presidente de Copei coincidió con Rausseo en las instalaciones de Televen en octubre y supo decirle que estaba seguro que Gustavo no tenía posibilidades de ganar pero que les preocupaba el futuro político del novel candidato a la gobernación. Contradictorio o no, parecía que uno de los generales iba a la guerra convencido, antes del enfrentamiento, de su derrota. Esto quizás explicaría los intentos posteriores de ese conjunto de partidos de procurar un culpable, “un esquirol” de la oposición y al que habría que caerle con el desprecio de la ciudadanía. Interesante nuestra política, ¿no le parece?
Hecho el inciso anterior, continúo comentando las reacciones sobre la decisión de conservar la tarjeta por parte de Rausseo. La primera reacción fue un pronunciamiento sobre “ética” por parte del secretario general del MAS a nivel del estado, Arquitecto Richard Casanova; como quiera que en la estación de radio ONDA 91.5 FM fue entrevistado el director regional del CNE, Dr. Edgar Mata y ratificó que la propiedad de la tarjeta era de cada candidato, Casanova acudió acompañado de militantes de dicho partido en un bus pequeño, a la residencia de la familia Rausseo Sánchez. Ahora pretendían trasladar su actuación política al sagrado hogar de la familia de un candidato. Sabían que Benjamín no estaba en la zona. Pero fueron.
Nada hubo que lamentar, los militantes del MAS no pasaron del portón de acceso a la urbanización pues la vigilancia lo impidió, llamando a las policías de Urbaneja y la Metropolitana quienes se presentaron para solicitarle a los militantes su retirada del lugar.
A la semana siguiente una valla de Benjamín Rausseo, de 9 m x 6 m, aparecía desprendida. Esto se sucedió un par de veces. El trabajo sucio, la indignidad, resurgía con todas sus fuerzas. Nunca se supo quiénes lo hicieron.

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