Tuesday, December 30, 2008

LA CREDIBILIDAD ES HERIDA DE MUERTE

Llegado el día de la apertura del sobre de la encuestadora con resultados vinculantes, el 28 de junio, su representante, Oscar Schemel, no se presentó. Tampoco atendió teléfonos, en su oficina de Caracas parecían estar de asueto o con los teléfonos cortados. En la zona todos esperaban muy impacientes, desde la mañana se esperaba por los resultados. Se hacían muchos comentarios, suposiciones iban y venían. No faltó quien asomara la posibilidad de un accidente vial, de que todos en la zona estuviéramos equivocados en cuanto a la fecha de la reunión… En fin de cuentas, a las 10 pm se decidió abortar la espera y mantenerse al tanto de la aparición del señor Schemel, que con su verbo numérico solucionaría la incertidumbre del Candidato Unitario. Era como un Mesías, dueño de la verdad.
Al día siguiente, en la mañana, el señor Schemel se presentó, eso sí, no hubo ni la menor de las excusas por su ausencia. Hoy sigue siendo un gran misterio, sus propias argumentaciones entraban en contradicción: que si había agotado la batería de su celular; que si perdí el avión; que si me quedé hasta entrada la madrugada trabajando en el informe, etc.
Como si fuera necesario agregar elementos para una “duda razonable”, un representante del Grupo facilitador había ido a esperar al Mesías al aeropuerto y por supuesto, se tejió cualquier cantidad de suspicacias.
En conocimiento de estos hechos, por demás verificables, con numerosos testigos, el candidato al que asesoraba convino en celebrar una reunión previa a la convocada con el Sr. Schemel. La idea era, tanto mostrarles los resultados de las supuestas encuestas, las incongruencias detectadas y precisar cómo evitar un posible fraude que temíamos estaba por ocurrir.
En esa reunión estuvieron, participaron y convinieron un plan de acción basado en aspectos estrictamente técnicos los señores Richard Casanova y Lorenzo Rondón (secretario general y precandidato por el MAS respectivamente), Antonio Barreto Sira (precandidato, sin apoyo de AD), José León (precandidato por Proyecto Venezuela), Benjamín Rausseo (precandidato por el partido Confederación Democrática) y quien escribe en mi condición de consultor.
Expuestos los criterios y la data técnica que mostraban desde la incoherencia de resultados, hasta el conocimiento público de lo que se suponía nadie conocía, procedimos a ir a la casa del Sr. Chelique Sarabia quien gentilmente fue el anfitrión de varias de las reuniones para conciliar entre los precandidatos.
Fuimos los últimos en llegar. Todos estaban ya dispuestos para conocer el tan ansiado resultado supuestamente “secreto” que habían obtenido mediante “encuestas”.
Con bombos y platillos se mostraban tres sobres cerrados, cada uno conteniendo los resultados de igual cantidad de encuestas, dos de ellas ordenadas por iniciativa propia de dos partidos políticos.
Antes de abrirse los sobres, este novato insistió que se establecieran las reglas de juego, de interpretación de resultados pues luego de lo ocurrido, las dudas evitarían confiar en cualquiera fuera el resultado. La tesis fue respaldada por el MAS.
Caso omiso a nuestra solicitud. Recuerdo cómo el Dr. Ovidio González (del Grupo de los 100) le decía a Richard Casanova, secretario general del MAS, que tal solicitud era simple retórica, que el estado Anzoátegui no aguantaba un día más sin candidato y que debía procederse a abrir los sobres. Esta decisión fue determinante para lo que vendría posteriormente.
Como resultado, salió favorecido un precandidato, Antonio Barreto Sira, quien ya había optado a la gobernación perdiendo las elecciones con el gobernador para este momento, Tarek William Saab. Más interesante resulta el hecho que el señor Barreto contaba con una inhabilitación firme pues su causa, no política, respondía a Salvaguarda del Patrimonio Público. Él lo sabía, su partido AD lo sabía, todos lo sabían. Sin embargo, Barreto Sira estaba motivado por pretender ser aspirante a la gobernación y decía que su caso sería revisado incluso en Washington.
Abiertos los sobres, leídos sus contenidos, los resultados indicaron disparidades entre las distintas encuestas. La premisa original de que debían coincidir, no se cumplía. Algo estaba mal entonces.
Dicho sea de paso, nunca sabremos la razón de haber estado en sobres cerrados, pues con una semana de antelación todos los operadores políticos de AD conocían de los resultados. Como prueba de ello, en mi computador (que no el del fallecido guerrillero) están depositados todos los datos de estas encuestas con la fecha que puede confirmar lo acá expresado. Estos datos los mostré en la reunión previa y de la que hice referencia.
Parecía que estábamos en el desarrollo de actos explicables a través de la Teoría de la Conspiración.
El guión no terminaba allí. Omar González Moreno, un periodista de la región, transmitía desde su teléfono celular, las incidencias de esa reunión a la emisora de radio en la que trabaja. Daba así la “primicia” de haberse seleccionado al candidato unitario y que todos los precandidatos acordaban semejante decisión.
Nada más falso que tal aseveración. La tensión fue en aumento cuando Gustavo Marcano, asumía que habiendo quedado de segundo en las encuestas (según su interpretación de abogado más no de analista de estadísticas o probabilidades) debía ser “el candidato unitario”. Santa palabra. Pudo más su perseverancia que la firmeza del reclamo de Barreto Sira al decirle que eso no se había acordado, que no se trataba de una competencia. En varias ocasiones Barreto reforzaría su posición inicial, sobre todo cada vez que Marcano le invitara a ser su jefe de campaña (ver el cronograma de eventos).
Como dato al margen, en las elecciones en las que Gustavo Marcano fue electo alcalde de Urbaneja, hubo la interrogante sobre si calificaba o no por razones de edad. Otro candidato expresó entonces el argumento de ser el segundo en las encuestas. ¿Cuál fue la respuesta pública de Gustavo entonces? “Esto no es una carrera de caballos. Habría que hacer otro sondeo.”
Usted puede verificar esta información en la hemeroteca del diario El Tiempo. Acá pareciera darse el factor de la ciclicidad de los acontecimientos históricos, ya no cada medio siglo, sino cada vez que en Venezuela hay elecciones.
Los “blackberry” estuvieron muy activos. Caracas celebraba el desarrollo de la obra puesta en escena. Se daría una rueda de prensa anunciando al candidato unitario. Pero algo no habían considerado:
Tres precandidatos, a saber, José León, Lorenzo Rondón y Benjamín Rausseo, en total desacuerdo de lo que ahora afirmaban los operadores de AD, perdón, el Grupo de los 100, se retiraban del lugar.
¿Desertores del proceso? ¿Irrespetaban el acuerdo?
La verdad, solo se había ratificado que Antonio Barreto Sira supuestamente había obtenido la preferencia del universo muestreado por las encuestadoras. Nada más se había acordado. La decisión impuesta por el Dr. Ovidio González empezaba a dar sus frutos: a falta de condiciones técnicas, todo lo demás no tenía asidero alguno.
Los periódicos, raudos, publicaron al día siguiente la noticia de la escogencia del candidato unitario.
Los tres precandidatos fueron al final del día de publicarse la noticia, contactados por la prensa regional y expusieron la necesidad y conveniencia de celebrar una nueva encuesta sin considerar el nombre de Antonio Barreto Sira debido a su inhabilitación. No hubo el eco adecuado. Los partidos nacionales hacían sus cálculos y el mensaje empezó a repetirse, otra vez, como canto gregoriano: el candidato ya ha sido seleccionado.
Es allí cuando surge de un grupo de personas vinculadas a la política, el calificativo “candidato de los cogollos” con el que se inician las referencias a Gustavo Marcano.
Como si fuera poco, Gustavo era el Alcalde del Municipio Urbaneja y aspirando a la Gobernación, su señora madre, había sido seleccionada (por supuestas encuestas) como la Candidata a sucederle en el cargo de burgomaestre. Este es el origen del concepto “pacto Papi-Mami” que se extendió por todo el estado Anzoáte gui y con ramificaciones en Guárico (familia Manuitt) y Barinas (familia Chávez) por citar solo dos ejemplos. Pero Anzoátegui es muy significativo: En las alcaldías de Guanta, Anaco, Urbaneja, Onoto, El Tigre y El Tigrito, se fraguaban “sucesiones hereditarias de las magistraturas locales”. ¿Cómo podríamos justificar semejante decisión, contraria a las mejores prácticas de alternabilidad democrática? ¿Cómo mantener la crítica sobre la supuesta pretensión de perpetuidad en el poder del actual presidente de la república?

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